6 abr 2018

Lo real y lo virtual

¿Qué es real? Pues no sé ustedes pero yo no lo tengo claro. En principio real es lo que veo, lo que escucho, y aún así puede que no lo sea. Sí lo que veo y escucho es una parte de un todo ya la lié.

Pueden ustedes pensar que soy un descreído y tendrán razón. Y no será por falta de información o explicaciones sobre lo que me rodea. Estoy desbordado, todo lo que quiera lo tengo al alcance de un clic.

Hace años con unos pocos canales de televisión, emisoras de radio y algunos periódicos íbamos servidos. Hoy es imposible echarle un vistazo a los que tenemos a nuestro alcance. Internet nos anega. ¿Eso quiere decir que estamos mejor informados? Deberíamos, aunque la realidad que yo vislumbro me indica que no es así.

Sí miramos los contenidos es para echase a llorar. Sucesos, cotilleos, bulos ocupan lugares destacados y son las noticias más consumidas. La truculencia vende. Antes había páginas de sucesos en el interior o al final de los periódicos, hoy se airean en portada durante días. ¿Eso es información? Ya sé, con no leerlo lo arreglo. Eso hago.

Las televisiones no van a la zaga. Programas dedicados a la información política y el debate han entrado en esa espiral del populismo tremendista. Para justificarse dirán que se trata de una necesidad social, que es la realidad. Algo así decía esa presentadora de un programa que encerraba a no sé cuántos cabestros en una casa. Hay un canal de televisión que en sus noticias empalma cinco, seis, siete noticias de siniestros, asesinatos… ¿Es necesario en un telediario?
¿Tengo que aceptar esa realidad? La vida es mucho más que eso. Para no verlo cambio de canal.

¿Tendría que hacer un apagón “informativo”? No es necesario, tengo que elegir más y entre muchos más. Y eso es bueno.

Otra vía para aprehender la realidad son las redes sociales. Esta es la vía más utilizada por una parte de la población. Facebook y Twitter son las más importantes por número de usuarios. Las barbaridades y los insultos son algo normal en esas junglas. La proliferación de bulos ha llegado a tal nivel que ya hay páginas web que se dedican a desmentir la ingente cantidad de disparates con mala leche. Y no hablemos de las manipulaciones políticas, la publicidad engañosa o la cantidad de Cifuentes que pululan por ellas.

Empieza el cansancio y hartazgo.

Instagram va acogiendo cada día a más usuarios. En esa red todo es aún más fácil. Hacemos fotos, con mayor o menor destreza, nos dan filtros y las “subimos”. Los paisajes y las caras poco tienen que ver con la realidad. Eso sí, en Instagram nadie debate o insulta, de momento.

¿Qué es más real? Pues no sé.  Hay presidentes que dan ruedas de prensa a través de plasma, políticos que se comunican por Twitter, familias que hablan por WhatsApp, se liga en las redes, se realiza sexo virtual… se compra, se vende.

Luego está la vida en el día a día en la calle, el trabajo o en casa y eso es otra cosa. Ya saben que acabaremos en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada, pero tranquilos, con un poco de suerte viviremos en una realidad virtual eterna.

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