17 jul 2017

Sol y libros


No fallan. Son cómo un reloj. Algo más de las ocho y media de la tarde. Ya han cenado. Británicos. Están sentados en un apartado sofá del gran vestíbulo del hotel.

Se escucha, atenuada, la música del piano del bar del otro lado. Es un piano de cola. Puedo tararear la canción que oigo, es muy popular. La luz ambiental es tenue, acogedora. Hay una salida a una enorme terraza – todo es grande - con vistas al mar.

El bar tiene dos estanterías, pues sí, también grandes, ¡qué digo! muy grandes, repletas de libros. Es imposible llegar a las baldas más altas. Cualquier huésped puede cogerlos y ponerse a leer. Hay libros hasta por los pasillos de acceso a las habitaciones.


Vuelvo a la pareja de británicos. Que sí, lo son. Ella lee en papel, él en libro electrónico. No varían la rutina. No lo dije, son mayores. Dicho así es no decir nada: son ancianos. Mejor así. No veo lo que leen. Están absortos en la lectura y lo que sucede a su alrededor les importa un pito. Lo tienen muy visto. Ahí les dejo a lo suyo. Me voy al bar.

No sé que hago bajo la sombrilla. El sol juega al escondite con las nubes y el viento las zigzaguea.

Estoy cansado de la posición decúbito supina y me doy un paseo por la zona.

Las tumbonas de las piscinas están ocupadas por ingleses – mayoría – alemanes, algunos franceses y españoles.

No hay que ser un gran observador para comprobar quienes son los recién llegados, el color de la piel los delata. A los del brexit se les nota mucho. Su aspecto lechoso o encerado se va tornando sonrosado primero, luego cambian al color langostino cocido y al final, y con mucho tesón, pasan al tono churrasco pasado.

Los móviles no faltan. Algunos dormitan, otros roncan y muchos leen. Sí, leen. Periódicos, revistas, libros.

Doy otra vuelta y voy haciendo recuento. A los españoles los detecto enseguida. Ya saben, nuestro tono de voz nos delata. Entre los compatriotas solo encuentro una lectora, los demás se dedican al acto contemplativo o en su defecto a aporrear el móvil.

Seguidores del papel y del libro electrónico se reparten en esa Babilonia de tumbonas. Hay muchos lectores, la mayoría lo son. Entre ellos destacan los hijos de la Pérfida Albión.

El hábito lector se tiene o no se tiene. No le demos vueltas, en España se lee poco.

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