8 may 2017

La regata por una vida real


Hay libros en los que importa poco lo que cuentan. Empiezo de nuevo. Hay libros que deben leerse tanto por la historia como por la forma en que está contada. Vuelvo a comenzar. Hay libros… Sí que los hay. Veamos si soy capaz a decirlo de una vez: a Manuel Vicent hay que leerlo siempre.

¿Muy rotundo? Pues no sé. Sí sé que Vicent es un magnífico escritor y que a mi me gusta todo lo que escribe. Sus libros, sus artículos, son inteligentes, irónicos y están tan bien escritos que me causan un gran placer.

La regata es  la historia de una travesía que se asoma una vida desconocida para la mayoría de la personas, la de los ricos y pijos. Una actriz, un rico con oscuros negocios, un polvo mortal y comienza la historia.

Por el libro navegan un cirujano plástico, un aspirante a escritor, un exministro corrupto, el dueño de una fábrica de cementos, un señor del Opus y su familia, un constructor o un abogado famoso y trafullero al que el corazón le gasta una broma pesada y que aunque no navega tiene su espacio. Estos y algunos más como Popete, el mecánico, que le echa un par de huevos y es capaz de enfrentarse a los ricachos para los que trabaja, forman parte del elenco de la novela.

Comida, calas y playas hermosas, sol, vientos o su ausencia y tormentas cubren las páginas salpimentadas con sexo…y con muerte. La muerte que cubre los fondos del Mediterráneo. Los cadáveres de la insolidaridad que ya no nos conmueven a la hora de la cena en los telediarios.

“El mar no quiere hacerse cargo de los náufragos que han muerto luchando contra la tempestad, ya se trate de héroes, esclavos, príncipes, mercaderes o navegantes desesperados que huyen del hambre de otras latitudes. Solo admite a gusto a cuantos naufragan en tierra y desean que sus almas se vuelvan azules. Cada día Ismael asistía a las noticias de miles de ahogados que llegaban flotando a esas costas y que el oleaje arrojaba sobre su conciencia. Esos cadáveres congelados, alineados en las playas con los ojos aún abiertos hacia nuestro paraíso, el mar no los quería porque se debían a la crueldad y la injusticia”.

La corrupción también compite en esta regata. Se desliza por el libro con la discreción tan necesaria en esos menesteres –y me refiero a la vida real-.

No se trata de una regata en toda regla. Es un desfile de egos en el que las pequeñas historias personales van tomando su camino.

La regata sirve a Manuel Vicent para, con unos destellos, ofrecernos los elementos necesarios para que la historia estimule nuestra imaginación. Realidad, con mención expresa a algunos personajes públicos, agitada con la ironía que atesora Manuel Vicent hace que se convierta en deleite para los sentidos esa cotidianidad de la corrupción, la ostentación, la crueldad humana y la lujuria.

No soy objetivo, desde luego. Tampoco quiero serlo. Siempre recomiendo a Vicent.

Oigan, no se fíen de lo que yo les diga, léanlo. Seguro que lo encuentran en su biblioteca pública o librería más cercana.

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La regata por una vida real by Santiago Pérez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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