9 dic 2014

Llega la Navidad: gastad, gastad

Foto de Paloma Ucha para El Comercio

Las calles de las ciudades ya están engalanadas con las luces navideñas. ¡Qué bonito!
Miles, millones de bombillas alumbran nuestros sentimientos durante un mes y medio.
Nuestro corazón está desbordado de ternura y amor universal. El espíritu navideño nos impele a gastar, gastar y gastar. La cartera está temblando.

¡Ay! casi derramo unas lágrimas.

A la que uno se despista ya está montando el árbol. Bolitas de todos los colores, colgajos múltiples: guirnaldas, lazos, manzanas rojas, bastones; y arriba una estrella. Hay que iluminarlo para qué brille con todo su esplendor.

Lo confieso, a mí me gustan mucho esas bolas de rojo intenso nevadas. ¡Me pirran! Y las lucecitas que se encienden y apagan, encienden y apagan. Casi me quedo tonto mirándolas.

No, no es cuestión religiosa. Las fechas piden poner un árbol, decorar la casa y se decora. ¡Es que si no está tan triste!

El árbol, como Papá Noel, es como más laico. Eso dicen.
Ya se sabe que los qué celebran la fiesta religiosa, esos son muy de belenes. Son tan, tan tradicionales que siguen poniendo la vaca y el burro aunque su Santo Padre les dijese que de eso nada.

Salgo a la calle y ya tengo la ruta: solo hay que seguir el deslumbrante camino que nos marcan las luces, que suelen ir acompañadas con un fondo musical.
Oigan, a mi me pone, mucho-mucho, cuando escucho por los altavoces El Tamborilero de Raphael. Menudo subidón.

Rom pom pom pom, rom pom pom pom. Pom.

Ya la oyen en su cabeza. ¿A que sí? ¿A que les pone?

¡Ah! por cierto, ¿saben lo que cuestan los alumbrados públicos? Nada, poca cosa, nos lo podemos permitir. Además, ¿alguien se puede imaginar la Navidad sin luces? Que lo quiten de otra cosa, pero de esto no. Ni se atrevan.

Pongamos que hablo de Madrid: 1.715.281,62 euros. Barcelona: 450.000 euros. Málaga: 573.211 euros. Toledo: 130.000 euros en la instalación, más el consumo, claro. En Oviedo: el presupuesto municipal para el alumbrado ornamental y la megafonía asciende a 257.738 euros, sin incluir el IVA; me parece que el consumo tampoco se incluye. Gijón: cuenta con un presupuesto del Ayuntamiento de 380.000 euros, más una partida de 68.000 euros aportados por comerciantes.

Eso sí, la mayoría hacen hincapié en que se han colocado bombillas de bajo consumo. ¿Se las regaló alguien? El gasto generado en la compra de las lámparas de led es importante. Sí ahorran a la larga, pero su coste es mucho mayor.

Rom pom pom pom, rom pom pom pom. Pom.

Conciertos navideños, actividades para los niños.

Paz a los hombres de buena voluntad y que nos toque la lotería.

Según están las tiendas de decoradas, apetece todo. Están todas hasta arriba de gente. Se mira, manosea. Se vuelve a mirar, se soba. Se compra.

Los niños lo primero. Regalos de Santa. Un detallito para los abuelos y resto de la family.

Ayy, y qué comidonas. Farturas las que se quieran y más. Dinero bien empleado. Así se confraterniza, al menos un día al año.

Y llega Nochevieja. La casa por la ventana. Más comida. Aún ronda por las neveras los restos de Nochebuena. Ropa. Salir. Las copas a precios astronómicos. Eso sí, van incluidos los besos y abrazos a todo lo que se mueve.

Rom pom pom pom, rom pom pom pom. Pom.

La ocasión bien se merece tirar la casa por la ventana.

Y los Reyes están a la vuelta de la esquina.

Grandes, enormes cabalgatas para hacer soñar a los niños. Y vaya que si sueñan. Se conocen absolutamente todos los juguetes. Sueñan con todos ellos. Les traen incluso más de los que han pedido. ¡Han sido tan buenos!

Sé yo de un pueblo, pequeño no se crean, en el que hace tiempo alquilaron tres camellos ¿o eran dromedarios? Menuda cabalgata. Todo el mundo aplaudió a rabiar. ¡Qué bonita!
Su alquiler solo costó 9.000 euros. Nada, una bagatela.

Con el espíritu henchido de amor fraternal, el estómago destrozado, la casa llena de trastos y la cartera vacía ya solo deseo una cosa: ¡Que lleguen las rebajas!

Me hacían falta seis o siete niños por la casa para saber lo que es el espíritu navideño. Otro gallo me cantaría. ¡Qué sabré yo!

La verdad es que la Navidad tiene muchas cosas buenas. No soy tan malvado ni antisocial como para no reconocerlo: las frutas escarchadas, los polvorones, mazapanes, roscos, el turrón blando – qué rico – uvas pasas, higos secos.

Ven, no soy antinavideño.

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